Nos pegamos la vida esperando para ser felices.
Esperando a que llegue el viernes, las vacaciones, esa fecha especial o ese alguien especial.
Como el burro siguiendo la zanahoria, caminamos en un hoy sin colores con la promesa de que mañana será mejor.
Pero los días pasan y la sensación es de tener que atravesar desiertos para parar de vez en cuando en un oasis.
La felicidad llega cuando dejas de esperarla y aprovechas al máximo el ahora para crear un buen momento y disfrutar.
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