Hay días en que las cosas no salen como esperábamos y entonces el día se tuerce. Malhumorados, estresados vamos encajando el resto de las cosas que nos van pasando, dando de comer a nuestra negatividad. En ese proceso dejamos pasar por alto un montón de pequeños detalles que nos rodean y que nos hacen sonreír: un gesto amable de un compañero, la buena temperatura que hace, encontrar algo a la primera, un abrazo…Y es que precisamente la sonrisa es el mejor antídoto a un mal día.
Haz grandes las pequeñas cosas que te hagan feliz y nunca te faltarán motivos para serlo.
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